domingo, 11 de noviembre de 2012

Todo está conectado.

La vida está llena de conexiones. A través de miradas, gestos, guiños, caricias, cámaras,  ordenadores... hasta las propias nubes del cielo, si te paras a observarlas, llegan a conectar contigo creando una imagen en tu mente que te incita a identificarla con algo.
Quizás, hoy en día esas sorpresas que tu querido novi@ te hacía apareciendo de sorpresa en el lugar que menos te lo esperas, han desaparecido. Ahora mismo, la gran mayoría de la gente se da por  satisfecho hablar por mensajes de texto en los móviles y visitar los perfiles en la redes sociales de aquellas personas a las  que quieren ver, perdiendo el encanto y la necesidad de estar presentes, cara a cara, cuerpo a cuerpo con el otro.
Todo tiene sus ventajas y desventajas.
Si lo miramos por el lado opuesto, gracias a las nuevas tecnologías que nos permiten establecer contacto con los demás sin la necesidad de estar simultáneamente en el mismo espacio y tiempo, podemos compartir nuestra información con aquellos allegados que se encuentran en la otra parte del mundo. Incluso se pueden recibir clases  de cursos a través de videoconferencia. Dudo que sean efectivas y educativas, ya que el factor físico, el sonido de una voz que se va familiarizando con el paso de los días y un rostro por parte del profesor que te indique seguridad son aspectos tan importantes como ausentes a través de este canal que impedirán el buen aprendizaje.

Levantemos la cabeza de la pantalla, miremos a la persona que tengamos al lado, y salgamos a la calle a disfrutar del mundo real.

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